Y aún sigo,
sigo por tus huellas que el camino dejaron,
sigo caminando viento a favor:
con la gracia de haberte vivido,
con la pena de haberte perdido,
pero...
por fin he encontrado un triste final,
una tormenta que maldice tu amor,
una ventisca,
que la luz de las noches de soledad,
intenta ocultar.
Es difícil vivir cuando tú no estás,
es difícil soñar sabiendo que jamás,
jamás despertaré y note tu presencia,
note cada instante registrado
por mi corazón maldicho
por las barbaridades solemnes de tus instantes,
instantes,
instantes como puñales que
se adentran en lo más profundo del ser
al toque de aquel reloj viejo
que ya vaga tu imagen,
que añora,
tu presencia.
Aunque estoy lleno de miedo,
querría inundarme de ti;
empezar de cero,
desmostrarte lo que siento,
reinventar un nuevo mundo
que sea el motivo para escribir un verso nuevo
en nuestro conjunto...
pero tú y yo sabemos que no habrá más motivo
que tu último beso,
tu última caricia,
la paz de mis últimos hilos
que encajan en tu figura,
ya de ceniza.
Tanta locura me envenena poco a poco y
siendo tú veneno y antídoto,
aquí postrado como clavo oxidado
olvidado del resto,
me quedo:
CONMIGO,
SIN MÍ,
RECORDANDO.
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